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La reciente pandemia y la crisis económica posterior han afectado de manera desigual a muchos sectores. Las lecciones aprendidas de la crisis de 2008 reforzaron y afianzaron un sistema financiero que se ha vuelto hoy más imprescindible que nunca para sacar a flote a la nueva economía.
La importancia de los activos financieros radica en que es el sector financiero el que financia la economía. En una economía del trueque no podríamos vivir. Además en España, que tenemos un sector financiero muy ‘granulado’ que consigue llegar a todas partes, es si cabe todavía más imprescindible.
Las reformas hechas por el Partido Popular en la crisis anterior han hecho que los bancos afronten esta crisis en mejores condiciones que la de 2008. Y eso ha permitido que la financiación de la economía no falle.
Por poner un ejemplo, los préstamos ICO si no hubiera sido por nuestro sector financiero no se hubieran podido dar. Eso por una parte, y luego por la otra, si la gente tiene ahorros, quiere que los ahorros le rindan algo, por ejemplo en un momento de crisis como el actual. Y eso no es especulación.
Las entidades financieras en ese sentido lo que hacen es poner en circulación el capital para darle un rendimiento. Con lo cual, se sitúa el capital y se invierte en algo productivo que al final va a financiar una parte de la economía. Redundando, el sector financiero es por tanto es absolutamente imprescindible.
Eso se arregla trabajando siendo serios y trabajando por un precio y al final el cliente te lo paga siempre que consiga sus objetivos que son los de la seguridad y el rendimiento.
En ese sentido, la educación financiera también es muy importante al hablar de inversión y de recuperación financiera. Es importante en estos proyectos poder contar con alguien que genere confianza, imprescindible que sea transparente, que tenga una trayectoria como Dios manda y que cumpla todos los requisitos que dice la normativa.
La crisis actual frente a la crisis de 2008
Un análisis de la crisis actual da muchas claves sobre los pasos a seguir hacia una correcta recuperación financiera. En ese sentido, lo que se ha implementado desde el punto de vista económico con la llegada de la pandemia es prácticamente un ‘Plan Marshall’: se han incrementado las ofertas monetarias, se han dado ayudas directas, etc.
Igualmente, el banco central ha incrementado su balance en casi 3 millones de euros en un año y medio para aportar liquidez a los bancos y a la renta fija. Estas medidas tan excepcionales se dan porque irremediablemente la pandemia ha conducido a una crisis internacional además de nacional. Pero, por suerte, no nos ha pillado del todo desprevenidos.
Lecciones de la crisis de 2008
El mundo ha tenido dos crisis muy cercanas, muy globales y muy fuertes. La del 2008 se puede decir que fue endógena, es decir, propia del sector financiero, porque se había perdido el sentido del riesgo. Se miraba entonces todo con una mirada muy cortoplacista en medio de un periodo alcista que parecía que iba a durar siempre y en el que había mucha falta de transparencia.
La crisis financiera que se generó entonces por falta de financiación después se contagió al mundo real y acabó en una deuda soberana especialmente en Europa. Por su parte, en España tuvimos nuestra propia crisis, que tuvo mucho que ver con la burbuja inmobiliaria y la quiebra de este sector. Fue una crisis fortísima donde se tomaron una serie de medidas desde el G20 y otros organismos para poner reglas de prevención.
Pero cuando parecía que estábamos saliendo de aquella, entró en el mundo una crisis que vamos a llamar exógena, -la pandemia-, que no se podía prever, que lo que produce es el cierre de la movilidad en el mundo: de la cadena de suministro y de las personas. Esto provoca una crisis brutal en la oferta y en la demanda.
Medidas económicas adoptadas en la pandemia
La decisión que se ha tomado hasta ahora es intentar dejar en ‘stand by’ la economía, porque al ser una crisis sanitaria se piensa que va a ser temporal y se intenta que no deje daños estructurales. Por eso, se está aplicando actualmente una política keynesiana financiada por los bancos centrales al menor tipo de interés posible.
Sin embargo, la crisis está siendo un poco más larga de lo que se piensa, al margen de la investigación de las vacunas (que era impensable que una vacuna se pudiera poner en marcha en un año). Pero en definitiva, las sucesivas olas y las restricciones a la movilidad le han hecho mucho daño a la economía.
Por ejemplo, una de las lecciones que estamos aprendiendo de esta crisis es que los problemas con las cadenas de suministro han hecho a las empresas plantearse que no pueden poner ‘todos los huevos en la misma cesta’. Muchas industrias estaban dependiendo de China y también muchos de los suministros sanitarios.
Pero no solo en esos sectores. Se ha visto cómo las restricciones a la movilidad generan muchos problemas en economías focalizadas en el sector servicios o el turismo, como la española. Además, en el caso nacional la cuestión se agrava porque nuestro tejido empresarial está conformado por Pymes con poco músculo financiero.
Acciones de ayuda a las empresas
Durante la pandemia, el Gobierno ha propuesto una serie de medidas y acciones de ayuda a las empresas que han ayudado al tejido productivo a sostenerse en pie. Sin embargo, no todo es color de rosa.
El Gobierno de España trató de solventar la situación de la pandemia implementado principalmente las ayudas a la liquidez de las empresas, pensando que esta crisis es una crisis pasajera e importada.
De esta manera, durante la pandemia el grueso del coste fiscal de gasto público se fue hacia los ERTES, descargando costes a la empresa.
Sin embargo, se han olvidado de otro problema fundamental: las empresas han seguido pagando impuestos aunque tuvieran paralizada su actividad. Mientras, otros países lo que han hecho es, además de ayudar con los costes de los trabajadores, ayudar a las empresas que tienen que pagar los costes fijos de alquileres, seguros, impuestos municipales, autonómicos, etc.
En España lo que se hizo entonces fue aplazar algo el pago de los impuestos, pero esto no afectó a los autónomos.La consecuencia, un sobreendeudamiento de las pymes a través de los préstamos ICO y un deterioro del tejido productivo del cual actualmente todavía desconocemos el daño estructural.
Real Decreto Ley 5/2021, de 12 de marzo de medidas de ayuda a las empresas
En marzo de 2021 el Gobierno sacó a la luz el Real Decreto-ley 5/2021, de 12 de marzo, que lleva por título “de medidas extraordinarias de apoyo a la solvencia empresarial en respuesta a la pandemia de la COVID-19”.
Sobre el mismo y su ámbito de aplicación, decir que en general ha sido considerado como insuficiente en el sector. Entre otras cuestiones, tenía que haber tenido un crédito ampliable, y un criterio objetivo de aplicación más claro. Además, se da la situación de que le ha generado un procedimiento burocrático imposible para las Comunidades Autónomas y que, además, la ley prima a los que tienen deudas siempre que no sean fiscales.
Asimismo, gracias a la salvaguarda de Europa y la política de compra de deuda del BCE, el Gobierno tiene la posibilidad para hacer este tipo de política sin límite. Esto puede generar recaudación futura y crecimiento, pero si la empresa por el camino no puede seguir adelante no servirá todo el esfuerzo.
La hoja de ruta actual del Gobierno de España parece que va en la senda de no tocar los gastos y que solo va a aumentar la presión fiscal. Sin embargo, los datos hablan por sí solos. La presión fiscal en España es más baja que en Europa porque el sistema fiscal es progresivo (es decir, a más renta, más impuestos) y porque tenemos mucho empleo sumergido que genera PIB pero no recaudación en comparación con otros países.
Además, a eso se suma que la estructura del estado es muy descentralizada, lo que dificulta el impacto de la recaudación fiscal y puede generar gastos superfluos o duplicados. por la cuestión del reparto de las competencias de las CCAA.
En lo referido al gasto público, un gasto importante son los tipos de interés. España tiene una deuda soberana con un tipo del 1,5% que va a subir. Eso, con un PIB endeudado al 125% y la masa en valores absolutos supone que la partida de intereses suba al doble. Esto coloca al país en una situación en la que hay que endeudarse para pagar los intereses.
Además, si se sube la imposición y se le resta competitividad a la economía, esta no crece y no genera recaudación. Y así es como se genera lo que se conoce como el círculo vicioso de la pobreza.
Los pasos hacia los que se dirige España, incrementado los impuestos para las SICAVs y a las Socimis no ayudan, puesto que la consecuencia es que ningún inversor externo va a querer invertir el dinero en España.
La Reforma fiscal del Gobierno, ¿adecuada?
Todo ello lleva a este medio a plantearse si la reforma fiscal que pretende llevar a cabo el Gobierno en medio de esta crisis es lo más aconsejable desde el punto de vista económico. Y eso teniendo en cuenta otras cuestiones como que España tiene un paro estructural, mucho más alto que la media europea y que cada empresario tiene una carga por asalariado de casi el 33%, mucho mayor que en las economías avanzadas.
Si se sigue presionando a las empresas de esta manera y se sigue imposibilitando las fórmulas como las SICAVs o las Socimis, lo que sucederá previsiblemente es que el dinero se vaya de España. El dinero no tiene fronteras, y si no está aquí se irá fuera. Lo que pasará es que se tomarán menos decisiones de inversión en España.
El haberse homogeneizado esta normativa con el resto de Europa ha hecho que vengan fondos internacionales a invertir, por ejemplo, en ladrillo improductivo: con un impulso para los centros comerciales, edificios de oficinas, hoteles… Sin embargo, esta actividad puede dar un vuelco con las nuevas políticas.
A ello se suman medidas como la subida del 30% de las primas de los seguros que pagan todos los ciudadanos, por mucho que el Gobierno y sus socios quieren que paguen los ricos. Como consecuencia de esta persecución, seguramente las grandes fortunas dejarán nuestro país en dirección a, por ejemplo, Portugal, que les está dando facilidades.
Las previsiones del Gobierno y la recuperación de la Economía
Sobre las previsiones futuras, tanto los organismos internacionales y analistas nacionales independientes van por una línea que se descuelga de la oficial del Gobierno.
En líneas de percepción y confianza exterior en España, esto no es bueno. Con lo cual, se corre el riesgo más que probable de que el Gobierno no pueda cumplir lo que ha reflejado en sus presupuestos, y que estos solo sean una justificación a su política de gasto.
Todo ello pone en entredicho la seguridad jurídica de España porque el Gobierno tiene las partidas infladas en base a un presupuesto que no atiende a criterios objetivos ni realistas. Además, con esas previsiones no van a conseguir recaudar lo previsto, lo que va a generar a la larga más déficit.
Lo lógico ante este panorama es que Europa vaya a mirar con más lupa las cuentas públicas, cuestión que viene pidiendo la Aidef, el Banco de España o la oposición, entre otros actores.
¿Oportunidad de cambio?
La realidad es que los 140.000 millones de euros de Europa son una buena oportunidad que hay que aprovechar, aunque quizás no sean suficientes. Con una tasa de paro del 16%, que sumado ese dato a Ertes y a Eres asciende hasta el 22 %, y todo ello en un mercado de micro pymes… El futuro no se muestra muy halagador. Pero es cierto que España tiene esa oportunidad y hay que mirar al futuro.
Es cierto que la pandemia no se podía prever, pero también tiene que servir para pensar mejor que con la crisis anterior, para hacer esas reformas estructurales para ver si en el futuro se puede prever otra igual.
Las acciones deberían ir orientadas a hacer algo normativamente para que el tamaño de las empresas españolas aumenten su tamaño para qué sean más grandes, más resistentes y más competitivas.
Además, otra solución sería ir quitando trabas al mercado y quitar burocracia o bajar impuestos, entre otras cuestiones. Sin embargo, cabe resaltar que los 140.000 millones europeos no son tanto dinero. La mitad son a fondo perdido y a corto plazo que luego se tendrán que pagar en los presupuestos comunitarios. Por hacer una comparación, el turismo en el año pasado perdió 80.000 millones…
Ahora mismo lo cierto es que no se están tomando las mejores decisiones. Deberíamos aprovechar esta oportunidad para digitalizar mejor nuestra economía.
Los bitcoins y las criptomonedas, ¿Activos financieros?
Ese mercado internacional y nacional de inestabilidad, está llevando a muchas personas a considerar las criptomonedas y los bitcoins como fuentes de inversión alternativa con alta rentabilidad. Pero, ¿son estos activos financieros seguros, o sin inversiones puramente especulativas?
El problema de los bitcoins y de las criptomonedas es que son productos de altísimo riesgo que no lo genera ni controla el mercado. Por ejemplo, la moneda, aunque la soportan los bancos centrales ya no tiene el oro detrás. ¿Y quién entonces la asegura? Pues el mercado en su conjunto.
Las monedas digitales las ‘asegura’ actualmente el Blockchain, es decir, que todas las transacciones están en cierto modo controladas. Pero no constituye en sí mismo un producto financiero.
Y constituye un activo de alto riesgo porque no lo regula el mercado solo. Además tenemos otros factores como por ejemplo que un Estado como es China se plantee crear su propia moneda digital para atacar la hegemonía del Bitcoin. Con lo cual no es un activo seguro. Eso por una parte.
Y por otra parte, todas estas monedas virtuales son un sistemas muy opacos que pueden oscurecer operaciones delictivas o de blanqueo de capitales entre otras cuestiones, además de servir para eludir el pago de impuestos porque no se sabe bien dónde están radicadas estas monedas virtuales.
Asimismo, más pronto que tarde va a salir alguna regulación de control muy seria que a lo mejor directamente se carga el mercado o directamente no tiene control ninguno.
Artículo de Análisis de la actualidad realizado a partir de una entrevista realizada en Aspain11 a Elvira Rodríguez, política del Partido Popular con una amplia trayectoria profesional en el sector económico y financiero.
Rodríguez es de profesión economista y auditora del estado. En su trayectoria, ha sido directora general de presupuestos en el año 1996; secretaria de estado de presupuestos en el año 2000; ministra de medioambiente en el gobierno de Jose María Aznar hasta el año 2004; consejera de transportes de la Comunidad de Madrid; presidenta de la asamblea de Madrid; senadora, y en la parte financiera, presidencia de la CNMV desde el año 2012 hasta el 2016 en un momento muy complicado por la crisis financiera de 2008.
Además, también es presidenta del grupo Tragsa, empresa pública especializada en el desarrollo rural y ambiental. En la actualidad es vicesecretaria general de acción sectorial del Partido Popular.