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La gestión activa es un proceso de inversión a través del cual un gestor de fondos busca y elige los activos financieros más adecuados, teniendo en cuenta una serie de criterios y análisis. El principal objetivo de la gestión activa es lograr una rentabilidad superior a las ofrecidas por el mercado.
Qué es la gestión activa
El sistema de gestión activa pretende lograr mayor rentabilidad que la ofrecida por el mercado, y para ello, aplica criterios independientes basados en información y experiencia previa de un gestor cualificado. Este concepto es totalmente contrario a lo ofrecido por la gestión pasiva, donde la gestión únicamente quiere lograr replicar el comportamiento de los índices de referencia.
Para superar la rentabilidad de los índices de referencia, el fondo de gestión activa centra su atención en seleccionar a los mejores activos y emplea estrategias como market timing, que consiste en comprar a precios bajos y vender a precios elevados.
Aunque su función inicial no es replicar el índice, tal y como ocurre en la gestión pasiva, si se emplea un índice como referencia para poder comparar el rendimiento e intentar mejorarlo.
La gestión activa necesita la ayuda y presencia continuada de un gestor con gran experiencia en análisis y elevado conocimiento del mercado. Su principal meta es encontrar oportunidades de inversión que puedan generar rendimientos superiores a los ofrecidos por el mercado. Por tanto, necesita un gestor con mayor dedicación y tiempo que los enfocados a gestión pasiva.
Los gestores de fondos de gestión activa compran y venden activos en función a los movimientos y expectativas de mercados, estos los modifican cuando creen que es relevante para la estructura de la cartera. Siempre tienen como objetivo maximizar la rentabilidad y disminuir los riesgos.
Ventajas de la gestión activa
Estas son principales ventajas de la gestión activa:
- Alineamiento de los intereses: los gestores trabajan por alcanzar mayor rentabilidad que el mercado, de este modo, satisfacen los intereses de sus inversores. Asimismo, pueden minimizar las pérdidas en momentos bursátiles delicados, siempre y cuando la gestión sea la adecuada.
- Alto control: las inversiones están sometidas a un alto control. Por lo tanto, si surge alguna modificación inesperada, cuentan con capacidad y velocidad para reaccionar correctamente.
Inconvenientes
Estas son las principales desventajas de este tipo de gestión:
- Comisiones elevadas: debido a las exigencias a las que está sometido el gestor, las comisiones de este tipo de inversión son más altas que otros tipos como la gestión pasiva.
- Riesgos elevados: posiblemente el gestor logre los objetivos marcados, es muy difícil mejorar la rentabilidad del mercado. Por ello, los riesgos son más altos que la gestión pasiva.
Tipos de gestión activa
Existen muchos tipos de gestión activa. Sin embargo, los más populares son:
- Análisis top down. El gestor selecciona los activos realizando un análisis macroeconómico, es decir, examina los países y economías mundiales para conocer qué inversiones pueden generar mejores rendimientos. Posteriormente, pasa a prever que sectores de la economía pueden lograr resultados más beneficiosos. Dentro de los sectores seleccionados, elige las compañías más destacadas. Este tipo de gestión activa es el más empleado.
- Análisis bottom up. Es todo lo contrario al anterior. Los gestores activos buscan las compañías que suelen crecer más en el mercado, independientemente del sector o país de origen, tampoco es relevante el ciclo económico donde se sitúa. Los gestores analizan una gran cantidad de compañías, por ello, esta tarea es sumamente compleja. Por esta razón, este tipo de gestión activa es el menos empleado, la práctica bottom up suele pasar a un segundo plano en este tipo de inversiones.
Perfil y recomendaciones para el inversor
Sea cual sea el tipo de gestión pasiva elegido, el equipo gestor lleva a cabo un seguimiento continuado y tiene un elevado control de las inversiones, alto que permite una alta capacidad de reacción ante contextos inesperados y desfavorables para la inversión.
Existen multitud de fondos de gestión activa, sin duda, muy atractivos para los inversores que desean incrementar su rentabilidad. No obstante, a la hora de elegir entre gestión activa y pasiva, es esencial conocer al detalle el perfil del inversor y sus principales necesidades. De este modo, se podrá elegir la solución más adecuada para sus preferencias.
Detrás de la gestión activa y pasiva existen diferentes corrientes de pensamiento que conjugan varios movimientos bursátiles. Por un lado, están aquellos gestores o expertos que consideran que los mercados ya son eficientes por ellos mismos, por tanto, no es necesario predecir el comportamiento de la bolsa. En cambio, un sector especializado cree que los mercados no son nada eficientes por sí mismos, en este sentido, es fundamental predecir y trabajar la bola empleando estrategias y técnicas de análisis, para lograr una mayor rentabilidad.
A modo de conclusión, es crucial conocer que a la hora de invertir en algún tipo de fondo activo, hay que tener en cuenta la posibilidad de que las rentabilidades obtenidas no superen al movimiento convencional del mercado. Por lo tanto, hay que decidirse por un fondo determinado y siempre teniendo en cuenta el análisis histórico del mismo, la situación del inversor y los objetivos que se desean alcanzar. En inversores el contexto es la base para evitar complicaciones.